martes, 23 de agosto de 2011

A VECES

A veces mi vida es como una espera continua.

A veces me gustaría gritar al mundo que no me conformo. Se que es absurdo, inútil,…pero es que en días como hoy…no me conformo.

A veces no tengo ganas de hablar. Solo me apetece estar conmigo y que nadie más me moleste…triste relación a veces la mía conmigo misma.

A veces sueño en tiempos pasados. Y duele…

A veces un recuerdo, puede rasgar mi corazón como con una cuchilla, y dejarme rota durante todo el día…

A veces creo que mi alma no esta curada, que necesita mas atención de la que le presto.

A veces pienso que me he acostumbrado a vivir con la ausencia, pero no con la perdida.

A veces el miedo me paraliza.

A veces estoy feliz, pero esos días, no lo escribo, y debería.

miércoles, 22 de junio de 2011

HE APRENDIDO



He aprendido....que nadie
es perfecto
hasta que no te enamoras.

He aprendido que....la
vida es dura
pero yo lo soy más!!

He aprendido que....las
oportunidades no se pierden nunca
las que tu dejas
marchar...las aprovecha otro.

He aprendido que....cuando
siembras rencor y amargura

la felicidad se va a otra
parte.

He aprendido...que
necesitaría usar siempre palabras buenas....

porque mañana quizás se
tienen que tragar.

He aprendido...que una
sonrisa es un modo económico

para mejorar tu aspecto.

He aprendido...que no
puedo elegir como me siento...

pero siempre puedo hacer
algo.

He aprendido que...cuanto
menos tiempo derrocho...

más cosas hago.

He aprendido que...cuando
tu hijo recién nacido
tiene tu dedo en su
puñito... te tiene enganchado
a la vida.

He aprendido que....todos
quieren vivir en la cima de la montaña...

pero toda la felicidad
pasa mientras la escalas..

He aprendido que...se
necesita gozar del viaje

y no pensar sólo en la
meta.

He aprendido que...es
mejor dar consejos sólo en dos circunstancias...

cuando son pedidos y
cuando de ello depende la vida.


viernes, 17 de junio de 2011

A CADA INSTANTE

Leí hace más de quince años este artículo de Antonio Gala en el periódico EL PAIS, y nunca lo olvidé. A lo largo de este tiempo, ha aflorado en mi mente en distintas situaciones y circunstancias...supongo que debió encender en mí una lucecita para perdurar tanto tiempo en mi memoria.

Aquello que no hicimos será lo que más nos atormente; aquello que no vivimos, nuestro mayor reproche.

Hoy quiero hablar contigo a solas. Lo que te tengo que decir debe ser dicho de uno en uno y en voz bastante baja. He de repetirte lo que a mí me advirtieron, lo que me advirtió un escritor en el que confiaba. Y quiero que me atiendas lo mejor posible. Aunque sólo sea porque este momento de esta hora precisa en que me lees, ni tú ni yo lo volveremos a vivir jamás; como yo no volveré a escribir para ti lo que ahora escribo, en este minuto de una primavera casi agotada, en medio de una luz que se deja caer... Carpe diem, ordenaba el delicado Horacio. Aprovecha el día. Disfruta de la hora. Luego, más pronto siempre de lo deseable, anochecerá.

Puede que el tiempo no exista de veras y sea una especie de red, por nosotros inventada, en la que nos dejamos atrapar y nos morimos. Sea como sea, nos desangra y sorbe el corazón a la toronja que nos dan al nacer. "Aprovechar el tiempo" para los mayores tiene un sentido de urgencia y amenaza: hay que estar siempre haciendo algo productivo. No es eso de lo que hablo. Yo te hablo de lo que se va y no vuelve; de los pecados de omisión, que son sin duda los peores, porque ni siquiera les dimos existencia. Aquello que no hicimos será lo que más nos atormente; aquello que no vivimos, nuestro mayor reproche. Tú eres todavía joven; unos años más lo continuarás siendo. El ser humano posee su juventud –o viceversa– durante un plazo que, ido, fue demasiado corto. El resto de su vida le quedará para añorarlo... Pero la juventud –óyeme bien– no depende e de la edad, sino de la disposición: de la intrepidez, de la fruición, del gusto por el riesgo, de encarar con majeza el permanente reto de la vida...

Por eso yo te digo: no esperes, toma. Por esperar el momento oportuno y dejar escaparse vacíos tantos otros, se pierde la frescura del primer impulso. No te detengas: bebe en los arroyos; come las frutas sin aguardar que te las sirvan. Alza la mano al árbol y tómalas; ninguna sabe mejor que la devorada por una boca ansiosa: el hambre le da el gusto a la comida. Y comparte con quienes te acompañen. Antes de comer tú, comparte: ver saciar al otro su apetito es la mejor sazón de un alimento... Pero levántate nada más terminar. No te refugies donde te invadan la inacción o el desánimo. La serenidad vendrá a su hora. No te sientes; sentado, no pretendas ni conocerte a ti mismo. No pierdas tiempo en buscarte; ya te reconocerás en la acción y en la batalla. Y cuando te encuentres, sé lo que eres. Ten el valor de serlo. Sal voluntariamente al encuentro de tu destino; abrázalo y fúndete con él. De momento –carpe diem– lo tuyo es la tensión. Agarra cada instante y elige cuanto te ofrezca, porque, después te arrepentirás de lo que dejes, y has de sentir como si hubieses rechazado lo que ahora no elijas.

Vive el presente con la mayor intensidad de la que seas capaz. El pasado es un camino no siempre recto, para alcanzar el hoy; el mañana si es que te llega, será una consecuencia que ha de traer entre las manos su propio afán. El presente es tembloroso y casi nada: este instante en que me estás leyendo. (Léeme con pasión). Se prolonga y estira hora tras hora, y todas hieren, menos la última, que mata. Resárcete de esa dura ley. No sientas remordimientos del pasado; no sientas temor por el futuro. Siente no más el gozo del presente –carnal y lúcido, inevitable e inmediato –, o el dolor del presente, enriquecedor y válido también...
Y antes de cualquier otra norma, ten ésta en cuenta: no te separes de la vida. No dejes de abrazarte a ella con fuerza: ni por cobardía, ni por pereza, ni por sensatez. (Tienes derecho a ser insensato todavía). Abandónate a la vida: sin que la manche ninguna pasajera tristeza, ningún pesimismo, ninguna sombra tuya. Y pregúntate de vez en cuando para qué estás aquí: quizá estés sólo para averiguarlo. Si puedes, cuando puedas, sé feliz. Pero, aunque no lo seas, no lo olvides: el tesoro del niño está aún próximo a ti; lo tocarás si alargas bien la mano; no lo disminuyas a tu costa... Te lo repito: no te separes nunca de la vida; por nada de este mundo te separes. Cuando alguien te lo aconseje por prudencia desóyelo y aléjate de él. La vehemencia es enemiga de la circunspección. Y recuérdalo a cada instante: la obligación más exigible de un ser vivo –la primera– es vivir: vivir por encima de todo lo demás.

Antonio Gala – Junio de 1993

miércoles, 15 de junio de 2011

RECUERDO...

Recuerdo cuando despertaba y mi máxima prioridad era ir a acurrucarme entre los brazos de mi madre, mientras me daba mil besos, hasta que poco a poco iba abriendo los ojos.

Recuerdo mis pensamientos de mente de niña, cuando podía hacerme estallar de felicidad ir cantando con mi padre en el coche nuestra canción, “nosotros no necesitamos casette, hija…”me decía).

Recuerdo que mis ídolos eran mis hermanos; mi hermana era una diosa, soñaba con ser mayor para poder maquillarme como ella!..y mi hermano, el hermano mas “guay” que cualquier niña pudiera ni siquiera imaginar….

Recuerdo la sonrisa de mi abuela, siempre dispuesta para iluminar el día a quién le rodeaba, y sobre todo recuerdo cuánto, cuánto me quería….y yo a ella.

Recuerdo los veranos con mis primos, cuando estábamos todos juntos, nadie podía con nosotros…viví con ellos mis primeros sueños, experiencias y desengaños…

Recuerdo a mis amigos, tan importantes para mi su amistad, que aún conservo a la mayoría.

Recuerdo cuando nada malo podía pasar, cuando mi inocencia me hacia especial como a cualquier adolescente….recuerdo cuando la perdí.

Recuerdo todo aquello como mi tesoro más preciado, y recuerdo cuando la mayor parte de esta magia desapareció para no volver…para dar paso a nuevas cosas, buenas y malas, pero ya nunca iguales….

Recuerdo y pienso, que soy quién soy hoy, gracias a todo esto, y aunque ahora al despertar ya me es imposible seguir soñando, me siento afortunada de lo que tuve y de lo que tengo.